Adviento, dulce espera…
Nuestra historia comienza un domingo gaudete hace 5 años, aunque nosotros sabemos que comenzó mucho antes, pues Dios nos tenía pensados desde siempre y para siempre.
Nuestra historia y la tuya, María. Ese día tus papás no podíamos imaginar que el adviento, la espera, sería tan especial. Y 5 años después te estamos esperando a ti, al fruto de nuestro amor.
El adviento es especial para nosotros, pues tras escuchar ese versículo de Lc 7 “¿Eres tú el que ha de venir?”, supe que tu papi era “mi esperado”, aquel que había de venir para completarme, para juntos hacer nuestro proyecto de ser “sembradores de esperanza”.
Tras ese año nos prometimos y nos casamos, con la ilusión de crear una familia. Tu hermano no tardó en llegar y además lo hizo en un día muy señalado… ¡el día de Navidad! Su espera había sido muy especial. Y esto nos unió aún más. Ser padres es el mejor regalo de Dios que hemos recibido.
Pronto conocerás a tu hermano Javier. Él ya pone su mano en mi barriguita y dice “hola tata” y asegura que te va a cuidar y jugar mucho contigo. Tu papi también te habla y lo que más te dice es: ¡María! ¡Que tu papi te quiere mucho!
Ahora ya se me va notando la tripa y mis niños del cole también te tocan y te dicen cosas y… ¿sabes qué? Que me hace mucha ilusión llevarte conmigo y ver como todo el mundo está feliz esperando tu llegada.
Tu llegada… dulce espera… así te espero: llena de locura, de amor, de ternura y quizá te preguntes “¿cómo me puedes querer mamá si todavía no me conoces?” Y yo te diré, María, que antes que te formaras dentro de mi vientre, tu padre y yo ya te soñábamos, ya te queríamos, ya te esperábamos.
Y ahora que te siento, que noto que te mueves y estás creciendo cada vez más… ¡las ganas de verte la carita y achucharte son tan grandes…! La ilusión y la alegría son tan fuertes que el miedo no las puede apagar. El temor de no ser unos buenos padres está ahí, no te vamos a engañar. Todo el mundo te aconseja cosas como si ser padres tuviera una receta.
Hasta ahora con tu hermano lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, aunque tu papi y yo no siempre estamos de acuerdo. Javier ya sabe que yo soy la “poli buena” y alguna vez se aprovecha. Nos asusta un poco pensar “¿cómo nos apañaremos con los dos?”, pero la confianza en que sois regalos de Dios y nuestro deseo de hacerlo bien es tan grande que sabemos que lo conseguiremos.
Es difícil describirte el amor de unos padres. Quizá algún día nos entiendas cuando nos hagas abuelos. ¡Abuelos! ¡Eso si que tiene que ser especial! ¡Ah! Tus abuelos, tíos y primas te esperan también con mucha ilusión y me cuidan mucho.
Ya sólo faltan unos meses para que vengas. El adviento pasará, las calles, las tiendas, el cole… dejarán de lucir sus adornos, pero mi corazón continuará en adviento hasta tu llegada. Te esperamos María, como la Virgen esperó a ese niño que vino y vendrá a traer luz al mundo. Te esperamos para que nos ayudes a seguir construyendo el proyecto que tu papi y yo comenzamos a soñar en ese primer adviento: sembrar esperanza en cada corazón.
Familia Santos-Martínez
Precioso testimonio. No es perfección ni sabiduría, sino sencillez y mucho amor lo que necesitan los niños y niñas para crecer como personas. Gracias por el testimonio que vais dejando, muchas veces callado, y otras veces de palabra. «no tengáis miedo!»